martes, 20 de marzo de 2012

TEXTOS PARA COMENTAR

A continuación os encontraréis una serie de textos que debemos comentar para la práctica de los comentarios de texto: tema, estructura, resumen, tipología textual y comentario crítico.
TEXTO 1:






Internet forma parte del mundo, pero no es exactamente el mundo. Como si emularan a Alicia ante el espejo, diariamente los jóvenes se sumergen en la pantalla del ordenador y navegan por su propio país de las maravillas. Igual que le sucede a la protagonista del cuento de Lewis Carroll, a veces la realidad y la virtualidad se confunden y eso puede acabar como en el diálogo entre la oruga y Alicia, cuando el gusano le pregunta quién es y la muchacha responde que ya no lo sabe. Eso parece deducirse del estudio Outlook Teens 2010, donde se advierte que los jóvenes pasan la mayor parte del tiempo ante una pantalla y apenas dedican el 10% de su jornada a relacionarse con sus familiares adultos, cuando en la década de los ochenta este porcentaje era tres veces superior. El mismo informe adelanta que en los próximos años los adolescentes sólo compartirán el 5% de su tiempo con sus familiares, aunque pasarán más rato en el hogar, porque no necesitarán salir para relacionarse ni para trabajar, gracias a la tecnología. El estudio señala que el 68% de los chicos y chicas entre 12 y 19 años se comunica por correo electrónico y frecuenta redes sociales, y que el 38% ve la televisión por Internet, y concluye que el ocio de esta generación es básicamente tecnológico. El 92% dispone también de un teléfono móvil.
Este trabajo se ha conocido poco después de que otra investigación alertara de que el joven norteamericano pasa una media diaria de siete horas y 38 minutos conectado al ordenador, manejando videojuegos o viendo la televisión. La investigación es concluyente cuando denuncia que esta gran cantidad de horas que pasan los adolescentes ante las pantallas son el resultado de la falta de control que sobre ellos ejercen los padres, pues sólo tres de cada diez de los jóvenes encuestados reconoció que sus padres les marcaban unas normas sobre su uso.
La tecnología puede ser una aliada o una enemiga para cualquier sociedad. En Estados Unidos, la hacen responsable incluso de la obesidad en los adolescentes, porque los vuelve sedentarios. Pero lo grave es que su uso sin control deteriora las relaciones familiares, restringe el trato interpersonal directo y arrincona la lectura de libros en unos años básicos para la formación de valores. Para los jóvenes, estar colgados de la pantalla resulta un mal negocio, y no es recomendable que nuestros hijos acaben un día diciendo como Alicia a la oruga: "No puede explicar con más claridad quién soy, porque tampoco lo entiendo yo".





Màrius Carol, "Colgados del ordenador", La Vanguardia, 7 de abril de 2010








TEXTO 2:





Los beneficios científicos de una misión a Marte serían enormes, aunque no haya vida allí. Podríamos pasearnos por los antiguos valles fluviales, subir las laderas de una de las grandes montañas volcánicas, atravesar los extraños terrenos escalonados de las terrazas polares heladas o acercarnos hasta las llamativas pirámides de Marte. El interés público en tal misión sería considerable. Cada día llegaría una nueva serie de imágenes a las pantallas de televisión de nuestras casas. Podríamos trazar la ruta, ponderar lo descubierto, sugerir nuevos destinos. El viaje sería largo y el vehículo de exploración obedecería a las órdenes radiadas desde la Tierra. Contaríamos con mucho tiempo para incorporar al plan de la misión nuevas y buenas ideas. Mil millones de personas podrían participar en la exploración de otro mundo.
El área de superficie de Marte equivale exactamente a la de la tierra firme en la Tierra. Es evidente que un reconocimiento completo nos ocupará siglos. Pero llegará un día en que Marte esté totalmente explorado; cuando aeronaves automáticas lo hayan cartografiado desde lo alto, cuando los vehículos de exploración hayan registrado con minuciosidad su superficie, cuando sus muestras hayan llegado sin peligro a la Tierra, cuando los hombres se hayan paseado por las arenas de Marte. ¿Y entonces qué? ¿Qué haremos con Marte?
Hay tantos ejemplos de abuso humano en la Tierra que el mero hecho de formular esta pregunta produce escalofríos. Si hay vida en Marte creo que no deberíamos hacer nada con el planeta. Marte pertenecería entonces a los marcianos, aunque los marcianos fueran sólo microbios. La existencia de una biología independiente en un planeta cercano es un tesoro incalculable y creo que la conservación de esa vida debe reemplazar a cualquier otra posible utilización de Marte. Sin embargo, supongamos que Marte no tiene vida. El planeta no constituye una fuente plausible de materias primas porque durante muchos años el flete a la Tierra será demasiado caro. Entonces, ¿podríamos vivir en Marte? ¿Podríamos en algún sentido hacer habitable Marte?




Carl Sagan, Cosmos








TEXTO 3:









Yoyó ROSA MONTERO
EL PAÍS - Última - 05-07-2011
Me imagino a las mujeres que han sido madres en estos últimos siete años intentando recordar cuántas veces comieron atún durante el embarazo. Yo misma soy adicta a este pescado, así que he debido de empapuzarme de mercurio mientras creía estar alimentándome de una manera sanísima. O, al menos, eso proclaman las últimas alarmas dentro del alarmismo habitual en el que vivimos. Un alarmismo, por cierto, voluble y fluctuante: quizá dentro de siete años algún estudio sostenga que el atún mercurial es beneficioso y, además, anticanceroso (palabra mágica).
Desde luego los altos niveles de mercurio evidencian el basurero en que estamos convirtiendo este planeta: respiramos y comemos porquerías. Pero, aparte de esa verdad innegable, hay un efecto yoyó muy sospechoso en todas estas proclamas sobre la salud. Ya saben, hace 30 años se dijo que el aceite de oliva era un veneno y hoy es la panacea. Por no hablar de la terapia hormonal para la menopausia; en los noventa era considerada lo más guay y se administraba frenéticamente a todas las mujeres; después, en 2002, dejó de recetarse cuando unos estudios demostraron que era malísima, y ahora, hace un par de meses, ¡oh, sorpresa!, otros estudios han vuelto a probar que es estupenda. ¿Y por qué será que, debajo de este mareante yoyó, me parece intuir manejos ocultos de las industrias farmacéuticas y partidas de estrógenos que hay que colocar? Encargar trabajos científicos que procuren demostrar lo que a ti te interesa es una práctica común: por ejemplo, a las compañías tabaqueras les convenía argumentar que la nicotina ayuda a combatir el alzhéimer. Y luego poderosos equipos de comunicación difunden el dato como si fuera puro e imparcial, aprovechando la obsesión por la salud que la gente tiene. Pues bien, déjenme decirles una mala noticia: al final, nos morimos.








TEXTO 4:









SUSANA FORTES
EL PAÍS - 30-12-2011
Ustedes tendrán sus propias ideas al respecto. Yo opino que el 2012 no va a ser un año demasiado simpático. A los gastos aplazados del pasado se unirán los intereses inaplazables del futuro. Los cabreos inútiles, las tardes de domingo, el chequeo médico, las llamadas perdidas, los parientes cercanos, las primas de riesgo, los lunes mortales y el frío de las noches muy largas. Para capear el 2012 va a haber que ser como mínimo mujer brava, bombero o huelguista del metal, que viene a ser un poco lo mismo.
Pero no se me derrumbe. La vida continuará mal que bien por lo menos unos kilómetros a la redonda de donde cada cual tiene echada el ancla, como ha ocurrido siempre. Sobrevivir es el arte de salvar el momento: el nacimiento de un hijo, la impresión difícilmente explicable de llegar de noche a un paisaje nevado, la primera vez en el Museo del Prado, las risas compartidas en una cena con amigos, una tarde de invierno en el sofá viendo El Padrino con vino y tabla de quesos, la realización de un sueño que parecía imposible, una noche loca, (si además es polvo enamorado, que diría Quevedo, ya ni les cuento...). Habrá momentos irrepetibles, claro que los habrá.
Supongo que también seguirá habiendo tipos que cifrarán esos momentos en metálico: los primeros veinte kilos trincados, el regalo de un reloj de gama alta, o de un traje a medida o de un coche de lujo, porque esa gente es incombustible. Aunque, francamente, no creo que el año que entra nos depare ningún espectáculo más tremebundo que la conversación telefónica entre Correa y Ricardo Costa cuando el primero, en el colmo del peloteo, le dice que él será el próximo presidente del Gobierno y Costa, en lugar de colgarle el teléfono, le contesta:
- No, hombre, que no... que ese será mi hermano.
Solo esa frase resume el estado de las cosas. Y claro. Te haces una composición de lugar.
Como les decía, 2012 será un año poco simpático. A día de hoy nadie tiene la menor idea de cuánto puede durar todavía la crisis ni cuándo se va a acabar el mundo, pero mientras tanto la vida seguirá su curso inexorable. Cada día volverá a amanecer, que no es poco, con la que está cayendo.
Seguirán las malas noticias, por descontado, pero, salvo tragedia apocalíptica algo habrá de bueno a partir de ahora: nadie tendrá que salir de Euskadi para poder jugar al fútbol con sus hijos, ni olerá a quemado en las Casas del Pueblo, a ningún profesor se le caerán las llaves al mirar si le han puesto una bomba lapa en los bajos del coche, no habrá más ventanas cerradas ni cartas con matasellos del infierno. Y eso no es mucho, pero es algo y Nacho Vegas cantará ocho y medio con voz triste y también habrá días como hoy en que una articulista de opinión podrá ocuparse de estos pequeños asuntos triviales de cada día, sin necesidad de ponerse a salvar el mundo a columnazo limpio. Aunque nunca se sabe






TEXTO 5:




Nunca he querido hacer proselitismo de la fiesta de los toros. Tampoco del boxeo, otra de mis grandes pasiones. Comprendo a quienes no quieran ir y no seré yo quien se meta a convencerlos. Pero tampoco me gusta que cercenen mi libertad ni me nieguen el mismo derecho a contemplarlos. El debate que se ha producido en Cataluña a raíz de la abolición o no del espectáculo en ese país me parece absolutamente lamentable. Es el ejemplo de una dinámica viciada por la falta de respeto a las libertades personales que nos coloca en una situación absurda.
Los nacionalistas han cogido en esta ocasión la sartén por el mango y se aprovechan de la debilidad general en que la sociedad está sumida para dar un golpe injusto a la fiesta. Eso es lo verdaderamente preocupante. La fragilidad para defender ciertos arrebatos que pueden romper el vaso de una convivencia normal para después no saber cómo nos repartimos los trozos.
No me sorprenden las prohibiciones tajantes y sin posibilidad de apelación. Es algo a lo que desgraciadamente nos vamos acostumbrando. Me da pena contemplar este panorama después de haber logrado tantas conquistas a raíz de la transición democrática.
Más en una fiesta de tal acervo cultural como los toros. "La más culta que hay hoy en el mundo", decía en su época García Lorca. Un acontecimiento que se pierde en sus raíces dentro de la noche de los tiempos, desde los íberos hasta nuestros días, que define nuestra identidad, del Mediterráneo al Pacífico, por su implantación en América. Sólo entiendo la persecución en la cabeza de quien está dispuesto a obligar a un país rico, abierto y cosmopolita como Cataluña a convertirse en un rincón donde reine un ruralismo sospechoso y semifascista. Ojalá no cunda el ejemplo.
Eduardo Arroyo, "Golpe a la convivencia", El País, 4 de marzo de 2010









TEXTO 6:



Defectos especiales
Fernando Savater 30 ENE 2012
¿Cuál es la diferencia entre un rostro bello y uno realmente atractivo? Pues que el bello omite los defectos y el atractivo los tiene, pero irresistibles. La perfección que respeta todas las normas clásicas merece el encomio gélido del museo, pero cuando la imperfección acierta nos la queremos llevar a casa y vivir con ella y para ella. Se hace admirar lo que cumple las pautas y se hace amar lo que las desafía. Y eso en todos los campos, eróticos o artísticos. Hasta en política…
Desde luego, así ocurre en literatura. Hace pocas semanas, confidencias internas de esas que nunca faltan en los jurados más opacos nos hicieron partícipes de los motivos por los que Tolkien no consiguió en su día el premio Nobel, como tampoco Graham Greene o Lawrence Durrell (por cierto, ese año se lo llevó Ivo Andric, que no era desde luego mal escritor). El presidente de los académicos suecos estableció que la prosa de Tolkien no estaba a la altura de las exigencias del reputado galardón. Probablemente la misma insuficiencia aquejaba a los otros dos escritores ingleses rechazados, por no hablar de Patricia Highsmith o Agatha Christie, que jamás fueron siquiera tomadas en cuenta a la hora de calibrar méritos.
Por lo visto para el académico sueco, de cuyo nombre no quiero acordarme ni me acuerdo, la prosa de los novelistas tiene vida propia: debe cumplir unos determinados requisitos ideales de excelencia, hable de lo que hable. Es como un rebozado, que debe ser crujiente y sin grasa tanto si cubre una gamba como un calamar. Yo puedo entender perfectamente que a alguien no le guste El señor de los anillos, allá cada cual con sus miserias, pero en cambio no comprendo que se desdeñe a Tolkien por su prosa. Vamos a ver, ¿qué prosa debería haber utilizado para contar su historia? ¿Una modelo Proust? ¿O quizá mejor tipo Lezama Lima? Y que conste que tampoco estos autores fueron premiados con el Nobel… Según ese exigente escandinavo ¿qué tono debería haber sido el de Tolkien para que no olvidásemos a Frodo y a Sauron? Porque da la casualidad de que con su prosa defectuosa no se las arregló mal del todo para hacerlos memorables. Pedirle una prosa mejor suena casi a reprocharle que no escribiera un libro peor…
Quizá en el fondo de lo que se acusa a Tolkien (como a Graham Greene y los demás) es de ser demasiado popular. ¡Cuándo sus libros gustan a tantos algo debe ser de baja calidad, por lo menos la prosa! Pero veamos otra prosa nada elevada, en este caso la de un autor más bien recóndito y desconocido del gran público: Raymond Roussel. Acaba de aparecer en castellano una excelente edición de Locus solus (Capitán Swing Libros), su obra principal, enriquecida con los comentarios de sus admiradores: Jean Cocteau, Michel Leiris, Michel Foucault, Gilles Deleuze, etcétera. Uno de ellos, Clément Rosset, habla precisamente del estilo de Roussel: “de una banalidad paradójicamente admirable… no admite en él más que el lugar común conocido y constatado, la expresión gastada y convenida, la palabra absolutamente plana y muda… que va victoriosamente en contra de todo lo aconsejable y recomendable”. Sin embargo, no a pesar de una prosa tan censurable sino precisamente gracias a ella, Locus Solus es uno de los libros más original e imaginativamente literarios del siglo XX. Qué le vamos a hacer, habrá que resignarse a ello…Desde luego, lo del Nobel es una anécdota que no debe magnificarse. Quienes lo han ganado sin duda lo merecían, aunque otros tampoco hubiesen desentonado en su palmarés: Tolstoi, Proust, Joyce, Kafka, Baroja, Borges… Cada uno con su prosa y sus defectos especiales, que les censuran los académicos y tanto les agradecemos los lectores.




TEXTO7:

La hipocresía. Manuel Rivas.
Publicado en "El País" del día 12 de diciembre de 2009


Hoy en día recibe más ayuda un automóvil recién nacido que un bebé. Hay informaciones básicas, silenciadas, que de repente refulgen y ponen en evidencia grandes hipocresías establecidas. Una de ellas, de las hipocresías, es la que atañe al aborto. Tengo un recuerdo que me marcó para siempre como periodista. En el período de polémica atroz que precedió a la primera ley democrática que despenalizó la interrupción del embarazo y liberó a las mujeres de la mazmorra por este asunto, realicé un reportaje en el que salíamos a la calle micrófono en ristre. Era en Santiago. Curas y estudiantes daban su opinión con desparpajo. Pero la primera mujer trabajadora que abordamos palideció cuando le hicimos la fatídica pregunta de qué opinaba sobre el aborto: "¡Yo no soy de aquí, que he venido a comprar unos zapatos!". Y así seguimos. Las mujeres, sobre todo las trabajadoras, no son de aquí. Seamos sinceros. No habría ningún debate sobre la interrupción del embarazo si fuesen los hombres quienes tuviesen que parir. En ese caso, los niños recibirían por lo menos tanta ayuda como la de los automóviles recién nacidos. La verdad de las verdades refulgía en el informe que este diario publicó ayer y se resume en este sumario: "Tres de cada cuatro madres tuvieron incidencias en su carrera profesional". Ser madre es un problema. Está penalizado por esta sociedad donde, según las estadísticas, es mayoritaria la religión que venera a un Dios piadoso. Mientras la natalidad aumenta en países como Francia, hay partes de España, las muy conservadoras, por cierto, donde la caída demográfica se revela como el más dramático problema. La diferencial no es el aborto. Son los mínimos de justicia social. Se dice que sobre el aborto las posturas son irreconciliables. No. Ahí tienen un inmenso espacio común. Para empezar, podemos pedir en misa que los niños tengan al menos tantas ayudas, estatales y autonómicas, como los automóviles.

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